Querida familia humana,
Somos testigos de la tragedia de la guerra que continúa desarrollándose diariamente en Ucrania, y abrimos nuestros corazones al sufrimiento de las personas jóvenes y mayores. Como comunidad internacional de budismo comprometido en la tradición de Plum Village, observamos la guerra con dolor y alarma.
En nuestra comunidad budista, cada Navidad escuchamos con gran alegría el sonido de las campanas de las iglesias rusas, y abrimos nuestros corazones a la rica herencia espiritual de Rusia y Europa. Nuestro maestro, el venerable monje vietnamita Thich Nhat Hanh, ha dicho: «Una campana es siempre una campana. Ya sea católica, protestante, ortodoxa o budista, sigue siendo una campana». Sean cuales sean nuestras raíces culturales o religiosas, al escuchar la campana se produce un encuentro profundo en el que tocamos la paz y una misma dimensión espiritual. Todos anhelamos la paz. Todos necesitamos la paz.
Las raíces de nuestra comunidad se encuentran en la tradición del budismo comprometido en Vietnam, donde más de tres millones de personas murieron en una guerra que duró casi veinte años y de la que huyeron cerca de dos millones de refugiados. Nuestro maestro nos ha enseñado que la guerra nunca es la solución. La guerra solo conduce a una división y a un odio que pueden durar generaciones.
Nuestro maestro trabajó incansablemente por la paz en Vietnam, sin elegir nunca un bando. Por el contrario, hizo un llamamiento a ambos contendientes para que vieran profundamente el dolor, la ansiedad y el miedo existencial del otro bando y consideraran el terrible coste de la guerra para las víctimas. Obligado a exiliarse, se convirtió en el líder espiritual de un movimiento mundial por la paz, la reconciliación y el desarme.
Creemos que el mensaje universal de paz de nuestro maestro puede ofrecer esperanza en este momento crucial para Ucrania, para Rusia y para la humanidad. La historia nos muestra que la guerra puede transformarse en paz; los supervivientes pueden sanar a pesar de sus heridas. En nombre de nuestro maestro, Thich Nhat Hanh y su gran amor, compasión y sabiduría, nosotros, sus discípulos, pedimos un alto el fuego inmediato para poner fin al derramamiento de sangre en Ucrania. Enviamos todo nuestro amor y apoyo a los negociadores de ambas partes. Rogamos que se escuchen mutuamente con hondura y que puedan crear condiciones para la paz.
Buda nos dice que el verdadero enemigo no está en los demás, sino en nuestro propio miedo, ansiedad y dolor, nuestra ira, codicia, ignorancia y odio. La guerra surge de un pensamiento dualista y discriminatorio, de la idea de que solo podremos tener paz y seguridad si eliminamos a quien consideramos nuestro enemigo. Pero, como dijo Buda, el odio no puede acabar con el odio. Solo la comprensión y el amor pueden transformar el odio.
Como dijo nuestro maestro, cuando haya paz en nosotros mismos, habrá paz en el mundo. Si conseguimos poner fin a la guerra en Ucrania y lograr una paz duradera, el mundo entero se beneficiará, pues como miembros de una misma familia humana estamos interconectados y somos interdependientes. Rezamos también para que los valiosos recursos mundiales puedan ser redirigidos desde la guerra hacia ámbitos en los que son más necesarios, como la lucha contra las enfermedades, la pobreza, el hambre y la malnutrición, la trata de seres humanos (incluida la explotación de niños vulnerables), el deterioro del medio ambiente y el cambio climático.
Nuestro mundo necesita una cultura de paz. Nuestra familia humana necesita avanzar hacia un estadio superior de evolución, hacia una espiritualidad y una ética «cósmicas» que puedan unir a todos los pueblos y naciones, y que eliminen toda separación y discriminación. En este espíritu, y como comunidad de budismo comprometido, renovamos nuestro compromiso de la víspera de Año Nuevo de 2021 de practicar la plena consciencia para lograr la paz en la Tierra. Más abajo compartimos este voto solemne junto con todo nuestro amor.
El trabajo por la paz es el trabajo de seres grandes y nobles. Como familia humana, por el bien del pueblo ucraniano, del pueblo ruso y de los soldados de ambos bandos, nuestra tarea más urgente es invertir toda nuestra energía y habilidades en la exploración de todas las opciones viables para la paz en este momento de gran peligro para la humanidad.
Todos nuestros antepasados y descendientes confían en nosotros.
Con amor y confianza,
Bhikkhu Thích Chân Pháp Ấn
Monje sénior de la Comunidad de Plum Village
Bhikkhuni Thích Nữ Chân Không
Monja sénior de la comunidad de Plum Village
Nutrir una Cultura de Paz
Compromiso y oración de nuestra comunidad en la víspera de Año Nuevo de 2021
Queridos ancestros, querida Madre Tierra:
Durante los dos últimos años, la incertidumbre, la ansiedad y la pérdida causadas por la pandemia del COVID-19 han elevado los niveles de miedo, ira y violencia en nuestra familia humana. Contemplando la posibilidad de que ese sufrimiento y esa violencia continúen y proliferen a una escala aún mayor, nos comprometemos de nuevo a cultivar la paz en nosotros mismos y en el mundo. Siguiendo el espíritu de la visión de Buda sobre la Noble Verdad del sufrimiento, aspiramos a practicar el siguiente entrenamiento de la plena consciencia para que haya paz en la Tierra.
Entrenamiento de la plena consciencia para la paz en la Tierra
Conscientes del sufrimiento causado por la posibilidad de que nuestra familia humana se destruya a sí misma y a toda la vida en la Tierra por actos imprudentes o irresponsables, nos comprometemos a nutrir una cultura que honre la sagrada red de vida que nos sustenta. Para ello, nos comprometemos colectivamente a practicar la plena consciencia y a llevar una vida de no violencia y paz, fundada en la comprensión de la interconexión, la interdependencia y el interser de todas las formas de vida en la Tierra.
Practicaremos de forma individual y colectiva para detener todas las acciones y comportamientos que contribuyen a la destrucción de nuestra familia humana, de las demás especies de los reinos animal y vegetal, y de nuestro planeta. Estas acciones destructivas incluyen el desarrollo y la producción de armas nucleares y bioquímicas, y de tecnologías avanzadas para llevar la guerra al ciberespacio y al espacio. Nos comprometemos también a trabajar para poner fin a acciones destructivas como el mal uso de las redes sociales y otros medios de comunicación con el fin de manipular las mentes y emociones humanas y generar confusión, desconfianza, ira, odio y violencia dentro de nuestra familia humana, y crueldad hacia otras especies de los reinos animal y vegetal.
Canalizaremos la energía colectiva, la riqueza material y los recursos espirituales de la humanidad hacia acciones positivas y saludables que ayuden a las personas a conocerse, a comprenderse y a confiar mutuamente, que nutran nuestra existencia como familia humana entre otras especies, y que protejan nuestra sagrada Madre Tierra. Con apertura y humildad, aprenderemos a abrazarnos con igualdad en los ámbitos cultural, político y social. Respetaremos la diversidad étnica, de género, de edad y de creencias religiosas o de otro tipo para poder construir y alimentar en la Tierra una familia humana que esté en paz consigo misma, con todos los seres vivos y con el planeta.
Unirse a la conversación